Piedras de cuarzo con sabor a vino. Durante largo tiempo en el pasado, lo que hoy conocemos y entendemos por joyería era, a menudo, conocido como el arte de la orfebrería. Muchos de los minerales preciosos que se engarzan en joyas, collares u objetos de valor, eran minerales como la amatista, el ágata, el lapislázuli, el ámbar, la Alejandrita, el jaspe o el granate, y una larga lista que les sigue. Entre todos estos minerales de uso frecuente en orfebrería encontramos el que hoy ocupa estas líneas, el cuarzo citrino.
De su color peculiar, se deduce su nombre, puesto que, citrino proviene del latín “citrus”, que significa limón. Este mineral precioso pues, luce un color algo peculiar, un color ligeramente amarillento que, disimuladamente nos recuerda, al observarse a la luz, al color de un vino blanco como bien podría ser, sin duda escogiendo al azar, un Chateau Montalena reserva del 1996.
Como toda piedra preciosa, su color , su resistencia, composición química, talla, brillo etc. Son marca directa y referencia principal a la hora de determinar su pureza y autenticidad. Con todo, es sorprendente ver cómo, en el caso del cuarzo citrino, es objeto de incontables maneras de engaño en cuanto a su producción para la posterior venta al público.
Es común encontrar en el mercado un tipo de cuarzo citrino tallado de manera que resulte indiscernible la diferencia a la vista entre éste y el topacio imperial. Otro embuste aún más común, si cabe, es el de ponerlo a la venta como cuarzo citrino, cuando en realidad, ha sido sometido a un proceso por el cual, a altas temperaturas, se mezcla con amatista para conseguir un aspecto en la piedra mucho más estético, más brillante y de mayor nitidez de color.
En la actualidad, resulta harto complicado, encontrar cuarzo citrino en circunstancias naturales, normalmente lo que podemos encontrar en el mercado serán piedras tratadas químicamente o alteradas en su composición con otras piedras y que se venden como citrino puro.
No obstante reconocer el amarillo color del citrino no debería ser tan complicado. Una de las comparaciones más líricas, dignas de la literatura bellamente escrita y enamorada de paralelismos románticos y sofisticados, es la que contrapone el color del citrino con el del suave y dulce tono de un vino blanco al que todos, sin duda, acertamos a reconocer en él un tono suavemente parecido al del limón fresco, amarillo y de potente sabor.
Es abundante la información que corre por la red y que argumenta el poder que ejercen, como talismán, muchas de las piedras preciosas que se usan en joyería. Un ejemplo lo tenemos con el ojo de buey, el cual se asocia, comúnmente, al aumento de la resistencia física así como se le considera una coraza ante las “influencias negativas” que, a menudo, encontramos a nuestro alrededor en el transcurrir del día.
También la pirita, la cual ayuda a ensalzar talentos que, a nuestros ojos, se encuentran ocultos y que nos asiste en momentos de nuestra vida en que se producen cambios substanciales, sea cual fuere el motivo. Así mismo, y como es común relacionar con esta sofisticada gema que es el rubí, la pasión y el apetito sexual salen al encuentro al llevar encima alguno.
En el caso del citrino, en asuntos de la salud, se le considera un potente sanador de problemas de funcionamiento tiroideo.
Los cristales y gemas preciosas a este nivel, suelen dividirse en categorías muy distintas. Una de estas categorías, es la de la distinción entre gemas masculinas y gemas femeninas. El citrino, catalogada en este caso como una gema masculina, tiene la característica de ser proyectiva de buenas vibraciones. Emite energía al exterior, energía enfocada a la curación, del mismo modo que proyecta el deseo, transmite confianza, ofrece seguridad y fortalece la voluntad y el espíritu.
Las características de estas gemas relacionadas a la masculinidad, la proyección, la fuerza y la potencia viril, son gemas a las que, por lo general se las asocia a la destrucción de enfermedades, al refuerzo de la conciencia, el coraje, la fuerza física y el éxito en la conquista de retos personales, tanto profesionales como sentimentales.
Fotografía ©Chateau Montelena Winery
A corte de curiosidad, podemos destacar que, el tan preciado y escaso de encontrar por la poca pureza de las piedras que se encuentran en el mercado, brillo del cuarzo citrino puede conseguirse al sumergir esta gema preciosa en un vino blanco de calidad.
El citrino que se usa en terapias de imposición y otras prácticas de curación alternativa, a menudo pierde su brillo, e incluso, a veces, aparecen pequeñas manchas negras en las aguas de su interior. Si se sumerge durante unas horas la piedra en un recipiente cuyo contenido líquido sea un vino blanco de calidad, la vibración de este caldo aclara el color de la piedra y consigue devolverle su brillo original.
Hay que tener en cuenta, que al liberar ciertas substancias nocivas, no es aconsejable beber el vino después de haber limpiado cuarzo en él.
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